El futuro en el que cualquier persona sea capaz de programar probablemente nunca llegue. Y siendo realistas, aunque tuviéramos unas bases mínimas en alguno de estos lenguajes casi omnipresentes, como Python o JavaScript, no sería suficiente para lanzarse a construir una app o una web desde cero. En el mejor de los casos conseguiremos hacer unos bonitos pet project, más cercanos a una práctica de universidad que algo sobre lo que construir un negocio o sostener el flujo de trabajo de tu empresa.
Dentro de la industria del desarrollo software crecen cada vez más las herramientas No-Code y Low-Code. Sin tirar ni una sola línea de código, ayudan a arrancar algo bastante decente. No necesitar saber programar para crear aplicaciones es una idea muy atractiva.
De hecho, muchas compañías ya las están empleando actualmente en sus aplicaciones internas o creando procesos automáticos que no podrían permitirse de otro modo. Básicamente porque no cuentan con el capital laboral suficiente (desarrolladores y diseñadores de interacción) o porque aún son pruebas de concepto en el más puro estilo bootstrapping.
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