Detrás de toda gran idea hay un loco visionario. Pero siempre tendrá que llamar a la puerta del señor del puro. Y hacerle ver cosas que aún sólo están en su cabeza o en alguna pizarra y que nadie se aventura a entender. Soltar esa frase que nadie se atrevería para vender el concepto. Traducirlo y dárselo masticado, al del puro y a los que estén fuera de tu ámbito. Gente de números que buscan resultados.
Toparte con un olfato del perdiguero y con espíritu emprendedor que te dé el dinero sin presiones, eso es suerte.
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